25 enero 2009



Moño alto, desperdicio de uñas, desilusión, un 'es la última vez qe me pasa esto', fotocopiadora, risas nerviosas, trasiego de llamadas, respiración entrecortada, una grito de desesperación 'estoy in da shit', una respuesta 'sálvese qien pueda', café y tila.



Se llama exámenes.
Del 29 al 16.
Hoy, buscando otro documento, he encontrado, por arte de magia, un borrador de una amiga que no entiendo cómo ha llegado hasta mi pc. El documento, digo; lo de cómo llegó ella a mi pc es una historia muy larga. Por lo qe la conozco, sé qe no me lo ha enviado ella, al menos no conscientemente, pero el descubrir qe se ha convertido exactamente en lo qe hace un par de años escribió qe sería, me ha provocado una sonrisa tan inconsciente como su texto.

'Cosas que nunca te dije.

Lo que no me gusta.
No me gustan las moras. No me gustan los bichos. No me gusta el calor. No me gustan las uñas largas. Ni tampoco la ropa transparente. No me gusta el vinagre ni el pimentón. No me gusta Austin Powers y odio a Penélope Cruz. No me gusta la música country. No me gusta que terminen las buenas películas.

Lo que me gusta.
Me gustan las chuches rojas y sólo los lacasitos marrones. Me gustan los aeropuertos y las carreteras largas y vacías. Me gustan los días de invierno y las noches de verano. Me gusta desenredar los cables del iPod. Me gusta leer. Me gustan Madrid y París. Me gustaría ir a Australia, Nueva York y Londres. Me gustan las casualidades. Me gustan los tacones (aunque no vayan conmigo). Me gusta la personalidad de Coixet. Me gusta haberme equivocado con Almodóvar. Me gusta Suzanne Pleshette en Los Pájaros de Hitchcock. Me gusta el cine de Hitchcock. Me gusta andar a solas y fumar a solas. Me gusta escuchar a Sinatra a solas. Es más, me gusta fumar a solas mientras escucho a Sinatra. Me gusta andar bajo la lluvia. Me encantan las tormentas. Me gusta dormirme al sol en invierno. Me gusta dormir.'

Según lo copio pienso, qe a lo mejor, incluso lo he escrito yo... no lo recuerdo, pero ay, son muchas cosas las qe tengo en común con ese texto.

(Fotografías por Rodrigo Glamour,

Montaje por Circunloqio)

23 enero 2009


De mis nuevos 16 borradores hay uno en concreto qe me inqieta especialmente, al qe le veo posibilidades para la autoreflexión. Las cosas, cuando intentas verbalizarlas, adqieren una claridad tremenda. Ese es el motivo por el qe a algunos les cuesta regalar un "te qiero", aunqe lo sientan, no están dispuestos a asumirlo. Y a mí, escribir lo qe no puedo contar sobre tal o cual persona me ayuda a verme desde fuera, a comprender qé pasó el día qe no respondí a un sms en el qe se me pedía una segunda oportunidad (qe en realidad no era segunda), la noche que anduve sola por una ciudad qe no era la mía, la tarde de verano qe pasamos en un escenario muy simbólico donde, sin embargo, no llegamos a entender nada de lo qe había pasado... son momentos qe se escapan cuando qieres a alguien porqe, simplemente, te dejas llevar, intentas hacer las cosas lo mejor posible, para los demás y para tí, pero... bueno, digamos que no siempre querer es sinónimo de acertar, aunque sea con la mejor de las intenciones. A mí me pasa que, de vez en cuando, me dedico a reprocharme todo lo que no hice por una persona, no por una en concreto, sino por las personas que perdí por querer demasiado. También las hay qe siguen a mi lado, con esas personas sólo perdi el tiempo, pero fui lo suficientemente "bienquerida" para no perderlas del todo y ahora, utilizamos eufemismos para referirnos a nuestra brecha, abusamos de lo que no hicimos en su momento para compensar.

Y cuando quiero hablar de estas cosas en cualqiera de mis "yo" en formato virtual, me autocensuro, cuento con que una historia personal nunca interesa a lectores ajenos a ella. Esa será la ventaja de este Circunloqio. Al no tener lectores, ser sólo un ejercicio de incontinencia verbal íntima, no tengo que preocuparme de la calidad (ni por la cantidad) del contenido. Y si alguno llega por casualidad...a veces lo entenderán, y a veces no. Lo mismo sucede con las fotografías, la música, los vídeos, con las letras o las citas...Hay registros que están hechos solo para mis ojos, otros para los amigos, y otros para todo el mundo, pero lean lo qe lean, sepan qe siempre hay más de lo qe están viendo. Mucho, mucho más.

22 enero 2009


















"You know, there are some days when I myself think i'm overrated...
but not today"
(Meryl Streep dixit)

21 enero 2009

Hoy sólo he debido ver unos 39008498237589436587 vídeos de Hospital Central, un día menos en esta maratón pre-exámenes, un día más para mí. Y lo mejor de todo, he sacado conclusiones,y he redescubierto esta canción:



La primera que utilizaré, porqe sí, cuando el 16F acabe exámenes, me pongo a hacer vídeos. :')

20 enero 2009

Hay decenas en Madrid, aunque nunca nadie se atrevió a contarlos por miedo a sentirse demasiado culpables. Un ejercicio de hipocresía, evitar a la oveja negra de nuestra familia urbana. Personas tan solas, pero que lleva tanta gente dentro, que creo que un día tendré que acercarme a mi hombre a contárselo. Sólo espero no poner esa cara que ponen los niños y los viejos cuando no saben disimular que lo que ven les da pena. Saber disimular es un acto reflejo que en Madrid se aprende rápido y se pierde tarde.


Gitanas vendedoras de flores que en la esquina de Guzmán el Bueno con Alberto Aguilera o en la mismísima plaza Colón me dan ganas de vivir, ese hombre sin brazos que un día está en Sol y otro en Preciados y no puede soltar el vaso de plástico, ese otro que vende patitos que pían a uno de los extremos del paso de cebra, el recogecartones al que hicieron un documental, y ése poeta gratuito que se conforma con la voluntad en la Gran Vía. Encartonados en invierno, desaparecidos cuando la ciudad muere en verano.





Pero entre ellos, mis hombres son los músicos. No esos que con un baile griego que aún no sé como se llama se montan en la línea 6 , ni el argentino que cada tarde dedica el "besame mucho" a la más guapa del vagón, ni siquiera el barquillero de El Rastro que me encadila algún domingo, no. Los míos son el contrabajo a ritmo de jazz de Serrano, el violinista que me mete en una película cuando, aún dormida, llego a Ciudad Universitaria cada mañana, siempre tocando una estación de Vivaldi, siempre inspirándome optimismo y restándome rutina. Y mi predilecto, el hombre del acordeón, fácilmente localizable en una butaca delante del escaparate de Zara para frenar mis impulsos capitalistas. No puedo, me entristece irremediablemente. Día sí, día también, siempre tocando la misma melodía, él no conoce las estaciones como el violinista, y lo mismo suda que tirita, pero nunca suelta su melodía. Puede que ronde los cincuenta, quizá más, pero su sonrisa no me engaña. Está triste porque nadie lo escucha, es el hombre invisible de Argüelles. Desde pequeña he imaginado historias para un monotemático acorde, que no envejece ni cambia de melodía, que me sonríe cuando acerco mi mano a su acordeón, me he asustado cuando un dia faltaba a su escaparate, me he emocionado cuando he visto a un niño salir corriendo al darle una moneda, me he sentido simple y llanamente una niña consentida cuando le miro a los ojos.

Y ni siquiera tengo una imagen para ilustrar este pensamiento triste, pero estoy segura que cada una de las personas que lean esto tendrán, si no es el mío, un acordeón particular, de esos que hay decenas pero sólo uno.

18 enero 2009

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(El fantasma de Circunloquio ríe en El Retiro.)
Diciembre en Madrid, enero en tu cámara.
Hacemos cosquillas a los tejados de Alcalá y nos perdemos bajo tierra en Chamberí.
Cámara en mano, no plan, no bolso, no horarios.
Echamos humo por la boca, dos grados bajo cero.
Olvido las toneladas de problemas, de trabajos, de apuntes en sucio.
Diciembre en Madrid, enero en tu cámara. Suena demasiado bien.


07 enero 2009

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"Desde tiempos inmemoriales el hombre ha querido subir a los tejados"
(Le Corbusier dixit)


Y yo le creo, y ahora sólo qiero ver Madrid con los pies a más de veinte metros del asfalto, abrir los ojos y sólo ver un mar de luces y tejas, de coches qe parecen chispas, de verdes oscuros. Sentir el frío en la punta de la nariz, y cuando creo qe no puedo ser más feliz, suena Enya, vivo, revivo, y por eso es la postal de Navidad más bonita qe he tenido nunca.