15 junio 2009
25 abril 2009
14 abril 2009
Al caso, hace unos días encontré este artículo en el periódico qe, no podía ser de otra forma, me ha dejado profundamente preocupada (y de paso ha sido el artículo con el qe más he llorado de la risa)
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/04/07/television/1239105615.html
Desde aqí (desierto de la blogosfera) hago un llamamiento a Jordi Hurtado, el Benjamin Button español, para qe haga acto de presencia en alguna gala de TVE, qe conceda una entrevista, que su mujer le deje por Antonio tejado y vaya a DEC a contarlo, lo qe sea! pero qe de alguna pista pronto o llamo a chivarme a Juanjo Cardenal.
08 abril 2009
07 abril 2009
Ayer y contra todo pronóstico comencé el fenómeno Moccia , por el segundo libro. Diez ejemplares de Tre metri sopra il cielo en mi biblioteca y ni uno para mí. Genial. Empiezo por el segundo la trilogía, Ho voglia di te, Tengo ganas de ti se llama. Curioso, me recordó a lo qe leía a los qince pero con aires de veinte. Bastante recomendable. A ver lo qe tardan en sacar una película qe robe la magia.
*Edito: acabo de ver qe ya existe la película, lo qe yo te diga, qe tengo madera para esto.
04 abril 2009
20 febrero 2009
[!] Como mi Circunloqio se ha puesto tontito, no podré subir el vídeo hasta mañana. Pero pueden encontrarlo arriba o seguir la siguiente dirección: http://www.youtube.com/watch?v=xVFyGZmf99g
14 febrero 2009
#Arte Casero
12 febrero 2009
09 febrero 2009
DM
Me temo que tiraré de DM en varias ocasiones para este blog.
05 febrero 2009
25 enero 2009
'Cosas que nunca te dije.
Lo que no me gusta.
No me gustan las moras. No me gustan los bichos. No me gusta el calor. No me gustan las uñas largas. Ni tampoco la ropa transparente. No me gusta el vinagre ni el pimentón. No me gusta Austin Powers y odio a Penélope Cruz. No me gusta la música country. No me gusta que terminen las buenas películas.
Lo que me gusta.
Me gustan las chuches rojas y sólo los lacasitos marrones. Me gustan los aeropuertos y las carreteras largas y vacías. Me gustan los días de invierno y las noches de verano. Me gusta desenredar los cables del iPod. Me gusta leer. Me gustan Madrid y París. Me gustaría ir a Australia, Nueva York y Londres. Me gustan las casualidades. Me gustan los tacones (aunque no vayan conmigo). Me gusta la personalidad de Coixet. Me gusta haberme equivocado con Almodóvar. Me gusta Suzanne Pleshette en Los Pájaros de Hitchcock. Me gusta el cine de Hitchcock. Me gusta andar a solas y fumar a solas. Me gusta escuchar a Sinatra a solas. Es más, me gusta fumar a solas mientras escucho a Sinatra. Me gusta andar bajo la lluvia. Me encantan las tormentas. Me gusta dormirme al sol en invierno. Me gusta dormir.'
Según lo copio pienso, qe a lo mejor, incluso lo he escrito yo... no lo recuerdo, pero ay, son muchas cosas las qe tengo en común con ese texto.
23 enero 2009
De mis nuevos 16 borradores hay uno en concreto qe me inqieta especialmente, al qe le veo posibilidades para la autoreflexión. Las cosas, cuando intentas verbalizarlas, adqieren una claridad tremenda. Ese es el motivo por el qe a algunos les cuesta regalar un "te qiero", aunqe lo sientan, no están dispuestos a asumirlo. Y a mí, escribir lo qe no puedo contar sobre tal o cual persona me ayuda a verme desde fuera, a comprender qé pasó el día qe no respondí a un sms en el qe se me pedía una segunda oportunidad (qe en realidad no era segunda), la noche que anduve sola por una ciudad qe no era la mía, la tarde de verano qe pasamos en un escenario muy simbólico donde, sin embargo, no llegamos a entender nada de lo qe había pasado... son momentos qe se escapan cuando qieres a alguien porqe, simplemente, te dejas llevar, intentas hacer las cosas lo mejor posible, para los demás y para tí, pero... bueno, digamos que no siempre querer es sinónimo de acertar, aunque sea con la mejor de las intenciones. A mí me pasa que, de vez en cuando, me dedico a reprocharme todo lo que no hice por una persona, no por una en concreto, sino por las personas que perdí por querer demasiado. También las hay qe siguen a mi lado, con esas personas sólo perdi el tiempo, pero fui lo suficientemente "bienquerida" para no perderlas del todo y ahora, utilizamos eufemismos para referirnos a nuestra brecha, abusamos de lo que no hicimos en su momento para compensar.
Y cuando quiero hablar de estas cosas en cualqiera de mis "yo" en formato virtual, me autocensuro, cuento con que una historia personal nunca interesa a lectores ajenos a ella. Esa será la ventaja de este Circunloqio. Al no tener lectores, ser sólo un ejercicio de incontinencia verbal íntima, no tengo que preocuparme de la calidad (ni por la cantidad) del contenido. Y si alguno llega por casualidad...a veces lo entenderán, y a veces no. Lo mismo sucede con las fotografías, la música, los vídeos, con las letras o las citas...Hay registros que están hechos solo para mis ojos, otros para los amigos, y otros para todo el mundo, pero lean lo qe lean, sepan qe siempre hay más de lo qe están viendo. Mucho, mucho más.
22 enero 2009
21 enero 2009
La primera que utilizaré, porqe sí, cuando el 16F acabe exámenes, me pongo a hacer vídeos. :')
20 enero 2009
Hay decenas en Madrid, aunque nunca nadie se atrevió a contarlos por miedo a sentirse demasiado culpables. Un ejercicio de hipocresía, evitar a la oveja negra de nuestra familia urbana. Personas tan solas, pero que lleva tanta gente dentro, que creo que un día tendré que acercarme a mi hombre a contárselo. Sólo espero no poner esa cara que ponen los niños y los viejos cuando no saben disimular que lo que ven les da pena. Saber disimular es un acto reflejo que en Madrid se aprende rápido y se pierde tarde.
Gitanas vendedoras de flores que en la esquina de Guzmán el Bueno con Alberto Aguilera o en la mismísima plaza Colón me dan ganas de vivir, ese hombre sin brazos que un día está en Sol y otro en Preciados y no puede soltar el vaso de plástico, ese otro que vende patitos que pían a uno de los extremos del paso de cebra, el recogecartones al que hicieron un documental, y ése poeta gratuito que se conforma con la voluntad en la Gran Vía. Encartonados en invierno, desaparecidos cuando la ciudad muere en verano.
Pero entre ellos, mis hombres son los músicos. No esos que con un baile griego que aún no sé como se llama se montan en la línea 6 , ni el argentino que cada tarde dedica el "besame mucho" a la más guapa del vagón, ni siquiera el barquillero de El Rastro que me encadila algún domingo, no. Los míos son el contrabajo a ritmo de jazz de Serrano, el violinista que me mete en una película cuando, aún dormida, llego a Ciudad Universitaria cada mañana, siempre tocando una estación de Vivaldi, siempre inspirándome optimismo y restándome rutina. Y mi predilecto, el hombre del acordeón, fácilmente localizable en una butaca delante del escaparate de Zara para frenar mis impulsos capitalistas. No puedo, me entristece irremediablemente. Día sí, día también, siempre tocando la misma melodía, él no conoce las estaciones como el violinista, y lo mismo suda que tirita, pero nunca suelta su melodía. Puede que ronde los cincuenta, quizá más, pero su sonrisa no me engaña. Está triste porque nadie lo escucha, es el hombre invisible de Argüelles. Desde pequeña he imaginado historias para un monotemático acorde, que no envejece ni cambia de melodía, que me sonríe cuando acerco mi mano a su acordeón, me he asustado cuando un dia faltaba a su escaparate, me he emocionado cuando he visto a un niño salir corriendo al darle una moneda, me he sentido simple y llanamente una niña consentida cuando le miro a los ojos.
Y ni siquiera tengo una imagen para ilustrar este pensamiento triste, pero estoy segura que cada una de las personas que lean esto tendrán, si no es el mío, un acordeón particular, de esos que hay decenas pero sólo uno.
18 enero 2009
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07 enero 2009
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(Le Corbusier dixit)